No al Discurso de Odio y de Discriminación
“No me preocupa el grito de los violentos, de los
corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el
silencio de los buenos”.
Martin Luther King
Como
cada año, este 27 de enero la UNESCO conmemoró la memoria de las víctimas del
genocidio provocado por el nacismo alemán. La remembranza del Holocausto es
ocasión para recordar a la humanidad la imperiosa necesidad de erradicar
cualquier tipo de violencia por razones étnicas, raciales, género, discapacidad,
religión, preferencia sexual, postura política o de cualquier otra índole. En
nuestro país, con motivo de la conmemoración de las víctimas del holocausto, el
Secretario de Relaciones Exteriores llamó a reflexionar sobre la necesidad de
combatir la intolerancia, la indiferencia y el odio mediante la promoción y el
respeto a los derechos fundamentales del hombre[i].
Esa declaración
coincide con las tensiones que en últimos días ha tenido la relación bilateral
entre México y los Estados Unidos a partir de la llegada al poder del
presidente Donald Trump y el inicio de la implementación de las medidas que
anunció durante su campaña política y que van desde el replanteamiento de las
condiciones pactadas en el Tratado de Libre Comercio –TLCAN– hasta la deportación masiva de miles de ciudadanos mexicanos
que han emigrado a ese país en busca de trabajo y mejores condiciones de vida. Pero
lo preocupante de la postura del político estadounidense, más allá del impacto
que pudieran tener las medidas anunciadas en el orden mundial prevaleciente, es
el discurso de odio y de discriminación que ha enmarcado a sus planteamientos desde
su campaña política.
En
el contexto de una postura ideológica que pudiéramos llamar Neonacionalista el ahora presidente
Trump ha sostenido un discurso excluyente en el cual, a partir de lo que él
conceptualiza como la grandeza americana,
ha descalificado a las mujeres, a las personas afroamericanas, a las personas
con discapacidad intelectual, a los migrantes –en especial a los mexicanos
estereotipándolos como pandilleros, violadores y delincuentes–, a los
musulmanes y a la comunidad LGBT. El discurso de odio y discriminación se hizo
presente como parte de una propuesta que
encauzó el hartazgo y reclamo de una buena parte de la sociedad estadounidense y
llevó a ese personaje a ganar la presidencia del país más influyente del orbe.
El
escenario próximo se vislumbra desesperanzador, analistas coinciden en
presagiar una ola de embates a los derechos, a la fraternidad universal y a la
igualdad y no discriminación: “….es
posible que un segmento importante de la población estadunidense no pueda contar
con la protección del Estado. Musulmanes, homosexuales, personas trangénero,
afroamericanos, judíos, centroamericanos: todos ellos podrían verse seriamente
victimizados, ya sea por el gobierno de Trump o por los más radicales entre sus
seguidores: el envalentonado Ku Klux Klan, por ejemplo, o las milicias de
voluntarios armados que patrullan la frontera a la caza de ‘ilegales’ ”[ii].
Antes
de cumplir una semana la administración del presidente Trump ya planteó, en el
seno mismo de la Organización de las Naciones Unidas –ONU– cuál será su postura,
en palabras de Nikki Haley, embajadora de los Estados Unidos ante el organismo,
declarando “tenemos que respaldar a nuestros aliados y asegurarnos de que
nuestros aliados nos respaldan. Y quienes no nos respalden, que sepan que vamos
a apuntar sus nombres, y vamos a responder como corresponda"[iii].
Trump
se ha dedicado en dejar en claro que su administración antepondrá lo que él
considera los intereses de su país y de sus ciudadanos – especialmente hombres
blancos -, pero particularmente grave es ese discurso del “con nosotros o
contra nosotros” en el foro de la ONU,
organismo constituido el oficialmente el 24 de octubre de 1945, con los
propósitos, entre otros, de “fomentar entre las naciones relaciones de
amistad basadas en el respeto al
principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los
pueblos, y tomar otros medidas adecuadas para fortalecer la paz universal [así
como] realizar la cooperación internacional en la solución de problemas
internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el
desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales de todos, sin hacer
distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión...”. [iv]
Fotografía: Fernando Mendoza Elvira |
Ese
principio de no discriminación se encuentra contenido en tratados
internacionales de carácter obligatorio para las naciones que lo suscriben. El
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos adoptado en la ciudad de Nueva
York el 16 de diciembre de 1966 contiene el compromiso de los Estados Partes para
garantizar a todos los individuos que se encuentren en su territorio y estén
sujetos a su jurisdicción los derechos reconocidos en el propio pacto, “sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
otra índole origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición social” y
para prevenir la contravención al principio de igualdad prohíbe el discurso
de odio y discriminación al señalar que “toda
apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la
discriminación, la hostilidad o la violencia estará prohibida por la ley” [v]
Para
distinguir entre ambos conceptos podemos hacer nuestra la diferenciación entre
discurso de odio como la incitación al odio o a la violencia y las expresiones
discriminatorias como “formas menos abiertamente ofensivas, pero igualmente
insidiosas o dañinas “a menudo pasan por bromas, chistes o relajo… por ejemplo,
anuncios sexistas, chistes racistas y demás representaciones erróneas y
estereotípicas de grupos desventajados”[vi].
Ante
el embate del presidente Trump con un discurso de odio ( presentando como los enemigos
de la grandeza norteamericana a los migrantes mexicanos o a los musulmanes) y con
expresiones discriminatorias hacia mujeres (denominando Miss Piggy a Alicia Machado, ex Miss Universo)[vii],
debe llevarnos a que en las relaciones con los Estados Unidos, México y la
comunidad internacional, hagan valer el principio de igualdad tanto entre naciones
como hacia los individuos y defender los derechos humanos. Pero
también nos debe llevar a reflexionar en nuestro propio país, e incluso en el
ámbito privado, a desterrar el lenguaje de odio y de discriminación. Se trata
de una transformación cultural que, además de estar contenida en las
legislaciones internacionales y domésticas, debe irse adoptando como paradigma
en las convicciones de las sociedades.
Al
respecto, vale invocar lo señalado por el psicólogo Gordon Allport quien
afirmaba que “la legislación, si se asegura su vigencia, puede ser un arma
contundente en la batalla contra la discriminación. También pueden serlo las
decisiones judiciales que invalidan la legislación discriminatoria que viene
del pasado. La acción legal, sin embargo, sólo tiene un alcance indirecto sobre
la reducción del prejuicio personal. No puede imponer maneras de pensar ni
infundir la tolerancia subjetiva… La ley sólo pretende controlar las
expresiones externas de intolerancia. Pero la acción externa, la psicología lo
sabe, tiene un efecto eventual sobre los hábitos internos de pensamiento y
sentimiento. Y por esta razón incluimos la acción legislativa como uno de los
métodos principales para reducir no sólo la discriminación pública sino también
el prejuicio privado”.[viii]
Youth Department of the Council of Europe |
A su
vez, el embajador de Israel en México, Jonathan Peled en un acto conmemorativo
en el Senado de la República también con motivo del Día Internacional de
Conmemoración del Holocausto, mencionó que para evitar la discriminación es
necesario educar y promulgar leyes.[ix] Thorbjørn
Jagland. Secretario General del Consejo Europeo ha mencionado que las medidas
legales son muy importantes pero no son suficientes, la educación es la única
solución a largo plazo: “para prevenir el
discurso de odio, para denunciar el discurso de odio y para promover la
solidaridad con las víctimas”[x]
Ya
contamos con reglas que prohíben el discurso de odio y de expresiones
discriminatorias, se trata ahora entonces de cambiar esquemas y combatir ese
tipo de alocuciones, ya sea en partidos de fútbol: “Eeeee Puto!!”, en
declaraciones de servidores públicos (como la realizada por Nicolás Alvarado
acerca de la peculiar forma de vestir del cantante Juan Gabriel, o bien como la
expresada por el comentarista José Ramón Fernández en el programa Fútbol Picante transmitido por la cadena
ESPN cuando se refirió al árbitro como persona con síndrome de Down.
No
creo que debamos combatir al pretendido neonacionalismo
del señor Trump colocando en nuestro perfil en las redes sociales la bandera
mexicana y convocando a rechazar lo norteamericano, incurriendo precisamente en
posiciones de fanatismo nacional como la que sostiene el hoy presidente de los
Estados Unidos para justificar su discurso de odio y discriminatorio. Me parece
que lo que corresponde no es un llamado a la unidad nacional para entonar el mexicanos
al grito de guerra contra el osado enemigo común. El reto es adoptar un
frente común como ciudadanía informada y responsable para exigir a nuestro
gobierno que, desde una posición digna y firme, garantice el ejercicio de las
libertades y proteja los derechos humanos de todas y todas, tanto en el ámbito
interno como en el global, ante los Estados Unidos de Norteamérica y el resto
de las naciones.
Desterremos
definitivamente pues del cotidiano el discurso de odio y las expresiones
discriminatorias, comenzando con nosotros mismos e incorporando ese principio
en la ética pública y privada, por lo pronto, hablemos de derechos.
Fernando Mendoza Elvira.
Enero
de 2017.
[i]
Notimex, Combatir intolerancia con
impulso a derechos humanos, pide Luis Videgaray al recordar el Holocausto, visible
en http://www.24-horas.mx/combatir-intolerancia-con-impulso-a-derechos-humanos-pide-luis-videgaray-al-recordar-el-holocausto/
, consultado el 27 de enero de 2017.
[ii]
Nicolás Medina Mora, La Democracia en Amerika, Revista Nexos.
número 469, año 40, volumen XXXIX, enero 2017, México, p.36.
[iii]
Sandro Pozzi, El País, La nueva embajadora de EE UU llega a la ONU
con un lenguaje beligerante, visible en http://internacional.elpais.com/internacional/2017/01/27/actualidad/1485529040_963531.html, consultado
el 27 de enero de 2017.
[iv]
Artículo 1 de la Carta de las
Naciones Unidas.
[v]
Artículo 2 y 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
[vi][vi]
Karla Pérez Portilla, ¿Sólo Palabras? El Discurso de Odio y las Expresiones
Discriminatorias en México, Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 1ª edición,
2015, México, p. 18.
[vii]
BBC Mundo, "La llamó Miss
Piggy": Alicia Machado, la ex Miss Universo venezolana que se convirtió en
protagonista involuntaria del debate entre Clinton y Trump, http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37479161,
consultado el 27 de enero de 2017.
[viii]
Gordon W. Allport, La Naturaleza Del Prejuicio, Editorial
Universitaria de Buenos Aires EUDEBA, 4ª
edición, 1971, Argentina, pp. 511 y 512.
[ix]
Tribuna Israelita, cuenta de Twiter @Tribuna_ISR, visible en el enlace a tweet:
https://twitter.com/Tribuna_ISR/status/825060033708699648,
consultado el 27 de enero de 2017.
[x] Ellie Keen y Mara Georgescu, BOOKMARKS A
manual on combating online hate speech through human rights education, Consejo
Europeo, 2016, https://www.nohatespeechmovement.org/bookmarks,
consultado el 27 de enero de 2017.